Es el viejo combate entre Cristo y Bukowsky
en el que gana
una mujer con uñas de platino.
Ring de nervios y ojos maniáticos atados por los pájaros.
Viejo corazón de niño
envuelto en un campo de margaritas.
Ven y nace de nuevo en mis pestañas
adorable hija de la aurora
y dame tus manos mutiladas por el canto.
Quiero dar vueltas por aquí un rato más.
Luego largarme.
Migrar al hueso mágico
que el flautista pule
en la soledad de un parqueadero subterráneo.
Oscuro asesino de mis penas.
No te podrán condenar,
pues sólo portas mis 21 gramos.